

Uno de los rebrandings más esperados en 2022 y que finalmente se ha quedado en el cajón es el de RTVE. Los puntos en los que principalmente coinciden, casi todas las partes preguntadas y que han querido expresar su posición, son: falta de transparencia, falta de feedback, el bajo presupuesto, la dimensión de RTVE como marca país y el vacío legal en cuanto al procedimiento concursal.
La falta de transparencia y la confusión generada es uno de los aspectos más señalados, en una doble vertiente, por un lado, para facilitar el feedback en el desarrollo del proyecto, y por otro, en la facilitación de explicaciones en el momento de su cancelación.
«En el pliego había cosas que te hacían sospechar. Sin maldad. No había feedback», nos indica el portavoz de una agencia anónimamente. «¿Por qué se publica prácticamente en agosto? ¿Por qué hay que desarrollarlo en tan poco plazo?».
Sobre la necesidad de llevar a cabo el rebranding de RTVE, hay coincidencia en que era algo lógico y necesario. Por parte de Summa, la agencia que llevó el rebranding en 2008, nos comentan: «El sector audiovisual ha cambiado enormemente desde 2008, la digitalización, las plataformas, el cambio de hábitos de consumo… Era lógico y conveniente que RTVE llevara a cabo un proyecto como este».